El feminismo tanzano
Edda Sanga lleva en el rostro la templanza de más de cuatro décadas de trabajo ininterrumpido en pos de la igualdad femenina. Es una mujer de estatura pequeña y robusta, todo en ella parece haberse moldeado después de un esfuerzo, la rotundidad de sus rasgos, sus gestos y la entonación determinante de su discurso. Tiene tres hijos y una hija, ellos, dice, están “desafortunadamente perdidos”. No creen en los valores que ella ha defendido durante toda su vida; tampoco su marido. “Nunca han sido un apoyo, no pueden aceptar el cambio real que se está produciendo”. Esa lucha feroz contra la tradición se ha librado, y aún se libra, en Tanzania, donde quedan zonas en las que se practica la mutilación genital femenina, la mujer tiene serios problemas para heredar lo que le pertenece y la sociedad patriarcal sigue viva.
Sanga es ahora directora ejecutiva de Tamwa (Tanzania Media Women Association), ONG que fundó junto a otras 12 mujeres hace ya 28 años con el objetivo de conseguir una sociedad en la que se respeten los derechos humanos desde una perspectiva de género, no solo incluyendo a mujeres, también a niños y discapacitados. Inspiradas por la primera conferencia mundial de la mujer de la ONU, celebrada en la Ciudad de México en 1975, volvieron a la siguiente (Copenhague, 1980), y a una tercera, en Nairobi cinco años después. “Nairobi fue muy inspirador, ver cómo se movían las mujeres en aquel país nos dio mucha fuerza. Queríamos hacer algo así en Tanzania”, cuenta Sanga junto a Godfrida Jola, una joven periodista responsable de la comunicación y las campañas que se unió a Tamwa en 2013. Su recorrido y su experiencia son mucho más cortas que las de la mama, título que se da a Edda Sanga como señal de respeto, pero para poder seguir adelante “todos hacen falta y es necesario seguir uniendo personas a nuestra organización”. El 17 de noviembre de 1987, cuando Tamwa se inscribió en el registro de asociaciones tanzanas, eran 12. Ahora rondan la centena.
Disponen de todo el tiempo del mundo esa mañana, o eso asegura Sanga en una de las salas de la Comisión Europea en Dar es Salaam, que tiene a la ONG como socio local del proyecto de apoyo a un proceso electoral pacífico e inclusivo en Zanzíbar y para consultas en los diálogos políticos y de derechos humanos. “Que nos hagan entrevistas es una oportunidad que no podemos perder”. Prácticamente el 50% de la población tanzana es femenina y la situación de la mujer varía según la zona, no es la misma en ciudades como Dodoma o Dar es Salaam que en un asentamiento masai entre en el Monte Meru y el Kilimanjaro, pero sus derechos civiles y legales y su “estatus” a nivel social siguen sin ser equiparables al de los hombres, casi en ningún caso. Violaciones, embarazos tempranos, la incapacidad para heredar, violencia doméstica, matrimonios infantiles con el consiguiente abandono escolar… Los problemas y el reto que implica superarlos son arduos.
En aquellos inicios, Sanga era locutora en la radio nacional de Tanzania —lo fue durante 30 años— y comenzó haciendo una investigación sobre cuál era la posición de la mujer. “El primer programa que emitimos fue sobre embarazo en edad escolar, que era un problema muy extendido. Recibió mucho feedback y ayudó mucho a que la gente entendiera las consecuencias de ser madre a esa edad”, explica la directora y también profesora en la Escuela de Periodismo tanzana. Pensaron en hacer algo más y pusieron el objetivo en la violencia machista, era ya 1998.
“El problema estaba ahí, claramente, pero los medios no lo cubrían, por lo tanto, era como si no existiese”. Hicieron todo el trabajo de campo y grabaron el programa, pero jamás se emitió. Sanga tuvo que pedir permiso a su jefe. “Él me preguntó qué clase de programa era ese y por qué quería emitirlo; le contesté que era un trabajo muy riguroso con datos contrastados, si habíamos podido con el embarazo escolar, ¿por qué esto no? Me contestó: ‘Por encima de mi cadáver’’. La razón era que no se podía ir contracorriente en una sociedad todavía patriarcal. El siguiente objetivo era no tener que pedir permiso a los hombres. “Y hemos estado en eso, luchando día a día para poder sacar información, para ampliar los horizontes de las mujeres, de los niños y de los discapacitados, abogando por los derechos humanos y usando los medios como canal para llegar a la sociedad”.
Siguen haciéndolo a día de hoy, ya con una posición lo suficientemente afianzada como para no tener que pedir ese permiso. Godfrida Jola explica que Tamwa ha ampliado esos canales de comunicación: “Ya no solo es la radio, también hacemos programas de televisión y anuncios que también llegan a la web. Proporcionamos ayuda legal, consejo y apoyo psicológico. Formamos a animadores de género, a periodistas y ayudamos a las mujeres a emprender”. Editan además una revista, Sauti ya Siti, en inglés y suajili, con temas dedicados exclusivamente a los problemas de la mujer en Tanzania y a su empoderamiento, organizan exposiciones y publican manuales relacionados con los medios de comunicación y el liderazgo femenino. Documentales, actividades, conferencias… “Y avanzamos. Antes, una historia de violencia machista tenía que ir en las páginas interiores de la revista. Ahora puede ir en la portada sin ningún problema”, ilustra Jola.
De forma lenta pero progresiva Tanzania ha ido incorporando cambios en su sociedad a todos los niveles. Es, por ejemplo, uno de los países africanos con una tasa más baja de mutilación genital femenina (según los últimos datos de Unicef, de 2013, el 7% de niñas entre los 15 y los 19 años); el Ministerio de la Mujer funciona desde 1990 y desde las Elecciones Generales del pasado 25 de octubre tiene, por primera vez, una mujer vicepresidenta del Gobierno, Samia Hassan Suluhu, del partido revolucionario tanzano (CCM); los cambios en la Constitución tanzana el pasado año incluían una clausula relativa al derecho de las mujeres sobre la tierra, aunque según Eric Beaume, director de Cooperación en la Comisión Europea en Tanzania, “todavía tiene que aprobarse e implantarse, es un gran debate en el que están envueltos muchos actores sociales, pero el objetivo es dar a las mujeres los mismos derechos en el uso y propiedad de la tierra”.
Sanga añade que la presencia femenina está por todas partes: “Directivas de empresas, políticas, consultoras, emprendedoras… eso sí, en las ciudades. El avance es mucho más lento en las zonas rurales. En el distrito de Musoma, al norte de Tanzania, los hombres piensan que si no pegas a tu mujer, no la quieres. Las esposas también lo piensan. Es un ejemplo de cómo está extendida la violencia machista”. La crudeza de la situación de la mujer en Tanzania es mucho más ligera que en otros países africanos, pero eso no es un consuelo para las activistas de Tamwa. Quieren la igualdad total. «Y la conseguiremos», sentencia Sanga.