El consumo se hunde con la Argentina en el Fondo
En abril el consumo cayó un 1,4 por ciento respecto al mes anterior, lo que constituye la undécima baja consecutiva en esa variable clave del funcionamiento de la economía, fundamental para comprender lo que está sucediendo en la sociedad, y determinante en el derrumbe de la imagen de gobierno.
El dato surge del informe difundido por el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala, que cobra mayor dramaticidad si se observa que tras esa caída en abril, el Indicador de Consumo acumula una retracción del 12,7% desde el máximo que había alcanzado durante este Gobierno en enero de 2018.
Una perspectiva histórica muestra lo excepcionalmente grave de la situación. Tomando en cuenta los datos oficiales del Indec desde 1976, se verifica que hubo un solo año en que el consumo descendió tanto como en los últimos 16 meses: sucedió, obviamente, en 2002, cuando tras la explosión de la Convertibilidad y el consecuente salto que tuvieron el dólar y la inflación, el consumo cayó un 15 por ciento.
Al margen de ese antecedente, los descensos más abruptos del consumo privado de los últimos 43 años ocurrieron en 1976 (6,6%), 1985 (9,3%), 1989 (7,29%) y 2009 (6,1 por ciento). En resumen, la Argentina está soportando el segundo o tercer peor récord histórico en materia de consumo desde que la dictadura torció la historia para mal.
Con el proverbial optimismo que fuerza el Gobierno ante cualquier viento en contra, Dante Sica dijo: «podemos tener una mejora en el consumo que puede impactar en la actividad». El uso del condicional es entendible luego de tantos pronósticos fallidos que aseguraron que «lo peor ya pasó», que «ya tocamos piso», o que se venía un buen segundo semestre.
“Podemos tener una mejora en el consumo que puede impactar en la actividad (Dante Sica)”
Más allá de discursos y augurios errados, ¿hay razones para pensar que esta vez el optimismo puede hacerse realidad? El ministro de Producción y Trabajo dio como argumento fundamental que ya hay 2 millones de trabajadores que recibieron el aumento paritario y que están con «salarios nuevos». Es un argumento de peso, pero que merece ser colocado en una balanza.
Paliativo parcial
Por empezar, los acuerdos paritarios que se cerraron fueron moderados y estuvieron lejos de compensar la pérdida salarial que viene de arrastre. A lo que hay que agregar que todos los acuerdos establecen pagos en cuotas. Por ejemplo, el 28% que arregló la UOM para este año lo cobrarán en tres tramos. Ni siquiera sumando el 8% que obtuvieron por la pérdida del año pasado, alcanza a nivelar la inflación del período. Lo mismo vale para Gastronómicos, que firmaron 28%, más 15 por ciento.
En segundo lugar, la vigencia de las tasas de interés opera como disuasivo de las decisiones de consumo, en particular de bienes durables. Los desastrosos números que muestran la industria automotriz o las fábricas de heladeras y lavarropas son claros ejemplos.
Como dato de color, pero bien ilustrativo, uno de los economistas con más exposición mediática quiso comprar esta semana una bicicleta por Mercado Libre. Se dio cuenta de que el mismo vendedor ofrecía una misma bicicleta por separado: en un caso con pago al contado, en el otro a pagar en 12 cuotas «sin interés». Y ahí descubrió que el precio de la opción «sin interés» escondía un costo adicional equivalente a una tasa efectiva anual de más del 80% anual.
A favor de su optimismo del Gobierno cabe señalar que el índice de Confianza del Consumidor de la Universidad Di Tella subió el mayo 6% respecto a abril, aunque ubicándose en un nivel sólo un poquito más alto que al escalón bajísimo al que había llegado un año antes: alcanzó 36,5 en una escala de 0 a 100 puntos.
A favor de su optimismo del Gobierno cabe señalar que el índice de Confianza del Consumidor de la Universidad Di Tella subió el mayo 6% respecto a abril
Sica también se mostró esperanzado de que en abril y mayo el nivel de actividad recupere el levísimo ritmo de recuperación que hubo en enero y febrero, pero que se revirtió en marzo, tal como el Indec reveló anteayer. Se apoya en que algunas empresas le comunicaron que «han tocado piso».
Así como es dudoso que el consumo tracciones positivamente en magnitudes significativas, está descartado que el gasto público opere como motor de la demanda agregada. El objetivo de déficit cero les resulta innegociable frente a las exigencias del Fondo Monetario.
Y si bien las exportaciones están reaccionando ante el aumento del tipo de cambio real, la recuperación es mucho más lenta de lo esperado. Los datos oficiales de ayer muestran que en abril fueron apenas un 1,7% más altas que en igual mes de 2018, lo que ni siquiera alcanza a que el cuatrimestre acumulado de resultado positivo.
Para peor, el aumento de abril no es causado por las exportaciones de manufacturas: las de origen agropecuario bajaron 5,6% interanual, y las de origen industrial un 2,3%. Como paliativo, hay que decir que el magro aumento estuvo muy influenciado por la caída de los precios de exportación. El volumen total exportado subió un 10 por ciento.
Por su parte, el derrumbe de las importaciones (31,6% en abril y 28,9% acumulado en el primer cuatrimestre, es consecuencia inequívoca del párate, tanto de las compras de bienes de consumo como de las de insumos y bienes de capital para la producción.
“El derrumbe de las importaciones (31,6% en abril y 28,9% acumulado en el primer cuatrimestre, es consecuencia inequívoca del párate, tanto de las compras de bienes de consumo como de las de insumos y bienes de capital”
Es probable que Dante Sica termine teniendo razón, pero esa hipotética razón muy difícilmente tenga la magnitud de modificar el malestar reinante.
De lo que hay casi certeza, a la vista del horizonte que plantea el endeudamiento externo y sus vencimientos, y de las declaraciones de todos los candidatos de la oposición (en el gobierno piensan lo mismo, pero no lo pueden manifestar por obvias razones), es que cualquiera que gane las elecciones emprenderá una renegociación con el Fondo Monetario para cambiar las condiciones y alargar los plazos del tiempo que contempla un stand by los de un Acuerdo de Facilidades Extendidas.
Lo que implica que la relación de dependencia con ese organismo tiene un largo camino que recorrer. Recorrido que es, sabido por experiencia, lo menos parecido a un placentero paseo.