Cambio de presidente en Cuba
En Cuba, un país de símbolos muy fuertes y de una espesura histórica que excede con holgura a su tamaño, a partir de hoy se definirá un cambio de nombres pero no de política. No es cualquier hombre quién se va del gobierno: Raúl Castro. No es menudo el dato de que su despedida formal remite a Fidel y a su legado. A esa revolución que se transformó en uno de los hechos más importantes del siglo XX. Se aleja el presidente sí, aunque se ratifica el rumbo, dicen todos aquí. ¿Será Miguel Díaz Canel su sucesor al frente del Consejo de Estado? Tal vez, aunque ése no es un motivo de preocupación, ni un tema de conversación dominante entre los cubanos. El socialismo seguirá su camino. La diferencia radicará en que lo conducirá una generación que nació después de la entrada triunfante a La Habana de enero de 1959. Los comandantes de la Sierra Maestra dejarán paso a militantes que tienen un promedio de edad que bordea los 50 años. La Asamblea Nacional del Poder Popular que sesionará desde las 9 en el Palacio de las Convenciones elegirá probablemente al actual primer vicepresidente: un ingeniero electrónico de Santa Clara que cumplirá 58 años el próximo viernes. No habrá más un Castro como jefe de Estado. Ese dato no puede soslayarse. Aunque Raúl continuará como secretario general del Partido Comunista Cubano.La Asamblea conformada por 605 diputados se reunirá por espacio de dos o tres días. No es azaroso que coincida con una fecha muy cara al sentimiento patriótico que profesan los habitantes de esta isla. Entre el 17 y el 19 de abril se cumple el 57º aniversario de la victoria de Playa Girón. O de la primera derrota del imperialismo en América Latina, como dicen con orgullo los cubanos. Díaz Canel, a quien se señala como el futuro mandatario, estaba a punto de cumplir un año durante la invasión financiada por Estados Unidos. La novena Legislatura que lo elegirá –a él o a un compañero de su camada– está integrada por un 78 % de hombres y mujeres que nacieron después de la revolución encabezada por Fidel, el Che Guevara y Camilo Cienfuegos.
La fecha del comienzo de la Asamblea se adelantó un día, para sorpresa de los periodistas acreditados en la isla. Estaba prevista para el 19, hasta el momento de tramitar un lugar en el Centro de Prensa Internacional que permita ingresar al Palacio de las Convenciones. El propio Congreso, más Granma y Juventud Rebelde que reprodujeron el anuncio, señalaron que la decisión se adoptaba “para facilitar el desarrollo de los pasos que requiere una sesión de tal trascendencia”. En efecto, la salida de Raúl Castro, pero sobre todo la ratificación de los principios fundacionales de la revolución, será el tema clave. Un indicio lo dio Díaz Canel el 11 de marzo, cuando se eligieron a los actuales diputados. Dijo: “Al reto ideológico se suma el reto económico, el de continuar la actualización de nuestro modelo económico social”.
Ese desafío quedará en manos del Consejo de Estado que lo integran el presidente, un primer vice -el cargo que ahora ocupa Díaz Canel- cinco vicepresidentes, un secretario y 23 miembros más. Sus electores son los diputados de la Asamblea que de acuerdo al artículo 82 de la Constitución cubana “durante el tiempo que empleen en el desempeño efectivo de sus funciones” percibirán “el mismo sueldo o salario de su centro de trabajo”. Porque como dice el mismo artículo: “la condición de diputado no entraña privilegios personales ni beneficios económicos”. Un tema bien candente en la Argentina de estos días.
Comandantes de la revolución del 59 como Ramiro Valdés Menéndez y José Ramón Machado Ventura dejarán su puesto en el gobierno. Jóvenes profesionales de la salud, la cultura, el deporte y hasta del periodismo tomarán la posta. Entre ellos aparece la licenciada en Educación y Máster en sexualidad, Mariela Castro Espín, hija de Raúl y prestigiosa especialista en el tema. O el presidente del Instituto Nacional del Deporte (Inder), Antonio Becali Garrido. También el licenciado en periodismo Antonio Hernández Mena, fotorreportero de la propia asamblea.
La Asamblea que ellos integran convocó por Twitter bajo el lema Somos continuidad a que “ciudadanos con perfiles en redes sociales compartan con el mundo todo lo que acontecerá durante estas jornadas y a exponer las razones por las cuáles seremos continuadores del legado de nuestros líderes”. Las voces de la calle (ver aparte) señalan avances y retrocesos, dificultades y progresos, pero siempre dentro del camino trazado por la revolución. Incluso, si hay críticos – que en la isla los hay como en cualquier país capitalista – sus testimonios le otorgan un rol clave al Partido Comunista. “En Cuba gobierna el partido”, nos dice Walter, un chofer de taxi que maneja un Dodge de la década del ‘50 con motor Toyota. Esos injertos de carrocería con cierto glamour y fierros adaptados con ingenio que los cubanos bautizaron almendrones.
Los cambios que más se perciben en la isla son sociales y económicos. Avanzan los permisos para el desarrollo de trabajos independientes del Estado en ciertos rubros. Los llamados paladares (restoranes pequeños atendidos desde una ventana que da a la calle o con mesas al aire libre) montados en casas de familia. O las viviendas que se alquilan a turistas. También se han creado cooperativas de servicios y producción de insumos. Se levantan nuevas viviendas con subsidios y en la economía más macro siguen asociándose el gobierno y las cadenas europeas en la construcción de nuevos hoteles.
El mantenimiento de los principios políticos de la revolución es lo no negociable. Quedó demostrado durante la última Cumbre de las Américas realizada en Lima, Perú. Ahí el canciller Bruno Rodríguez Parrilla fue muy crítico contra EE.UU. y su agresiva política hacia los demás países, que en nuestro continente tiene dos blancos muy visibles: Venezuela y la propia Cuba. El ministro de Relaciones Exteriores es otro de los hombres que se mencionan para ocupar mayores responsabilidades en el gobierno. Le recordó al vice Mike Pence, quien viajó en lugar de Donald Trump que “todos los gobiernos despóticos de la región han sido impuestos o han recibido apoyo del gobierno de Estados Unidos”. Lo dice de otra manera el artículo 11 de la constitución votada en 2002: “las relaciones con cualquier otro estado no serán jamás discutidas bajo agresión, amenaza o coerción de una potencia extranjera”. En eso los cubanos son muy elocuentes hace casi seis décadas.
Esteban Lazo, el presidente de la Asamblea que oficia en la práctica como jefe de Estado mientras dure la misma, quedará en la historia. Conducirá la novena edición de un encuentro clave que dejará una huella indeleble en Cuba. Ya sin Fidel y con Raúl a un paso del retiro en sus funciones como jefe de Estado, nadie quiere hablar de transición. Es tomada como una mala palabra. En la isla, antes que de rupturas, hablan de continuidades. La nave insignia del socialismo avanza pese al bloqueo, la retórica belicista de Trump y sus propias imperfecciones. En las próximas horas se sabrá quién será la persona que la conducirá hacia el futuro.