El hombre es en sí mismo un comienzo
UN NUEVO COMIENZO PARA EL HOMBRE EN SOCIEDAD
Por Lisandro Prieto Femenía
En esta ocasión vamos a tratar de reflexionar en torno a existencia humana tomando la interpretación de una de las filósofas más importantes del siglo XX. Se trata de Hannah Arendt, quien plantea la categoría del «nacimiento» como un concepto estructurante. Pero, por sobre todas las cosas, fundante de la política. En su obra titulada «¿Qué es la política?» nos precisa un par de claves interpretativas interesantes para encarar el «Señor de los problemas» en el marco de lo político, la libertad, en tanto cada «nuevo comienzo» – el nacimiento – es el sustento de la misma.
Si, como Agustín de Hipona, nos dice Arendt, consideramos que el hombre es en sí mismo un comienzo, puesto que no existe desde siempre, sino que viene al mundo al nacer, mientras que este espacio político llamado «mundo» seguirá existiendo posteriormente.
Ahora bien, ¿qué entendemos por «mundo?». No se trata del planeta ni tampoco se refiere al espacio físico en el cual «nos toca vivir», sino más bien al espacio público, político, simbólico y vital que nace «entre» los hombres.
El desprecio por la política, el descreimiento y – consiguiente – agotamiento del sentido de lo político han logrado, pues, que seamos «distantes» de aquellos con los cuales creamos mundo, vida, sociedad – comunidad.
Entonces, si nos encontramos aislados de la posibilidad de crear mundo, de posibilitar espacio vital con nuestros otros, si finalmente triunfa el individualismo y la competitividad, cabe preguntar ¿dónde se encuentra la libertad?
Si no actuamos, no hablamos, no nos expresamos, no creamos, pues, no hay esbozo mínimo de aquello que románticamente entendemos por «ser libres». Nuestra posición en el mundo es nula e inexistente.
Para las democracias actuales no es preciso el uso de armas ni balas para la eliminación de personas; basta con hacer a un lado del circuito de «lo permitido» en el flujo de la libertad que el mercado permite transitar para que el «sistema» se purgue «sólo». Pues no es así, ya que todos formamos parte de la comunidad humana llamada «mundo» «espacio público», «sociedad» o comunidad.
Las posturas pretendidamente tímidas y neutras, en su afán de anonimato, son bien definidas a la hora de ser parte servil de una demanda que requiere de seres humanos obedientes, callados e inactivos.
Tomando el vocablo griego originario para adjetivar dicha actitud, el «idiota», es aquel que rehusa ya sea por decisión o por estatus social a la posibilidad de hablar sobre algo del mundo con sus otros, sus pares, compañeros y conciudadanos. Visto de esta manera, podemos aquí presentar la hipótesis de que las expresiones «no te metas» o «calla y prosperarás» es aún ley de convivencia en tiempos de paz y democracia republicana.
La «idiotez» a la que se referían los griegos trasciende la voluntad, el querer, y hoy podemos verla patente en la inscripción del total desprecio por la participación ciudadana, ya sea desde la política como trabajo como también aquello inherente a lo político propio de todo ser humano que vive en una comunidad, lo quiera o no.
Impedidos de libertad
Nos encontramos en una situación crítica, en la cual no se requiere de un Estado totalitario para que nos veamos impedidos de actuar con libertad. El mecanismo actual es mucho más sofisticado, en el sentido de que la violencia y la coacción que impiden al hombre actuar y hablar libremente viene dado e impuesto por los mismos hombres que lo padecen.
Esta supuesta auto imposición y prohibición, fruto de una vida atravesada por el individualismo propio de toda sociedad de consumo gobernada por intereses estrictamente económicos, pareciera ser que ha conseguido confundirnos a la hora de discernir entre libertad y capacidad de compra, entre capacidad de acción y poder adquisitivo.