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La reforma previsional fue rechazada

El gobierno de Michel Temer desistió ayer de llevar adelante la reforma del sistema jubilatorio de Brasil, su mayor proyecto económico para este año. Mientras la Central Única de Trabajadores (CUT) festeja, la calificadora de riesgo Moody’s amenaza al gobierno con una reducción de nota.

Después de 14 meses, Temer no pudo reunir los 308 votos necesarios en la Cámara de Diputados para reformar el sistema de jubilaciones, proyecto que según las encuestas es rechazado por más del 70 por ciento de la población. La última oposición a la iniciativa se dio el lunes con un paro de bancarios y metalúrgicos convocado por la CUT que tuvo lugar en más de 20 ciudades. Así, la impopular reforma quedó sepultada y, en cambio, el gobierno optó por darle prioridad a la intervención militar en el estado de Río de Janeiro que ya tiene media sanción en el Congreso. El titular de la CUT (la central de trabajadores más importante del país), Vagner Freitas, celebró: “Es la mayor derrota de los golpistas y una victoria que muestra la fuerza de la clase trabajadora”, y agregó: “Logramos sacarle la joya de la corona a los golpistas, porque este era el principal reclamo de los bancos que apoyaron el golpe”, dijo Freitas. El sindicalista hacía referencia al golpe parlamentario a Dilma Rousseff que la destituyó de la presidencia luego de que su vicepresidente, Temer, se pasara a la oposición derechista en 2016.

En el otro extremo del arco ideológico, el mercado financiero se mostró defraudado puesto que aguardaba a este proyecto como el más importante para la reducción del déficit fiscal desde que Temer asumió la presidencia en 2016. A pocas horas del anuncio sobre el fin del proyecto, reaccionó la calificadora Moody’s: “Si bien esperábamos que una amplia reforma era improbable, abandonar los planes para aprobarla es negativo para el perfil de crédito del país, ya que restringiría la capacidad de las autoridades para cumplir con el techo del gasto en los próximos años”, dice un comunicado de la corporación que realiza investigaciones financieras internacionales de entidades comerciales y gubernamentales. Según analistas, la reforma previsional había sido una de las exigencias, a fines de 2017, de las agencias de calificación de riesgo para no rebajarle la nota a Brasil.

La decisión de abandonar el proyecto de reforma fue anunciada el lunes por la noche por el jefe de gabinete, Eliseu Padilha. El funcionario argumentó que una reforma previsional debe ser realizada mediante una enmienda constitucional, cosa que no puede concretarse mientras dure la intervención federal en Río de Janeiro. “De todos modos, este seguirá siendo un gobierno reformista”, dijo Padilha, tras recordó que hubo un cambio en la ley laboral y se fijó un techo en el gasto público por 20 años en el presupuesto.

En lugar de la reforma jubilatoria, el gobierno brasileño lanzó una serie de iniciativas económicas, tal como como la privatización de la gigante eléctrica Eletrobras, la simplificación del sistema impositivo y un nuevo reglamento para la autonomía del Banco Central. Además, el equipo económico del gobierno lanzó una agenda de 15 puntos para 2018, que incluyen un proyecto que limita el techo de los salarios de los empleados públicos y el cese gradual de la reducción de los aportes patronales de 50 sectores de la economía.

La decisión sobre la reforma jubilatoria choca con los dichos de Temer, quien al firmar el decreto de intervención militar en la seguridad pública de Río de Janeiro había dicho que suspendería la medida en caso que se dieran las condiciones para votar la reforma previsional. Sin embargo, gran parte de la mayoría oficialista en el Congreso no quiso sumarse en un año electoral a una agenda impopular como la reforma de la jubilación, que pretendía alterar los años de aportes y aumentar la edad para el retiro laboral. Por eso, el ministro de la Secretaría de Gobierno, Carlos Marún, no descartó tratar la reforma previsional en noviembre, después de las elección de octubre.

A comienzos de 2017, el gobierno tenía mayoría de dos tercios del Congreso para votar la reforma previsional, pero la perdió luego del escándalo generado por la denuncia de los empresarios del frigorífico JBS que acusaron a Temer de negociar supuestos sobornos. El capital político del gobierno se esfumó en dos votaciones en la cámara baja para rechazar la denuncia de la fiscalía general contra el mandatario por corrupción.

Por eso, el foco del gobierno está hoy en la intervención en Río de Janeiro, una iniciativa que cuenta supuestamente con más apoyo que la reforma previsional. No obstante, la intervención militar en Río es vista por la oposición como una cortina de humo para evitar el fracaso de la reforma jubilatoria, dijo el jefe del bloque de diputados del Partido Socialismo y Libertad, Ivan Valente.

La agenda de la seguridad entusiasma a los más importantes funcionarios del gobierno, como el jefe de gabinete Padilha, quien además es el hombre fuerte del Movimiento de la Democracia Brasileña. Preso de dicho entusiasmo, Padilha no descartó que Temer sea candidato presidencial el 7 de octubre pese a su mínimo histórico de popularidad en las encuestas, apostando las fichas en la intervención. “No excluyo la hipótesis de que el sea candidato, el ha dicho que no, no hay nadie mejor que el para defender todo lo que estamos haciendo”, dijo el funcionario a Radio Gaúcha de Porto Alegre.

Fuente Página 12