Ganadores y perdedores del modelo M
«El sector textil ocupa un lugar horrible en el Plan Productivo Nacional», agregó Ariel Schale, su economista jefe. «Estamos entre los rubros sensibles a reconvertir. Si vamos a tener que dedicarnos a hacer cerveza artesanal, va a estar complicado seguir acompañando a esta gente», ironizó.
El lunes, el Hilton y la Rural no parecían separados por ochenta cuadras sino por ocho mil kilómetros. En el subsuelo del hotel de Puerto Madero, sin un solo funcionario, más de 1.200 industriales textiles y confeccionistas compartían sus penas y algunos sanguchitos tras el peor año para el sector desde la apertura importadora de los años 90. En los pabellones de Palermo, donde corrían el champán y los canapés de salmón ahumado, los zares del petróleo y la electricidad recibían con honores a su excolega Juan José Aranguren, quien eligió ese escenario para anunciar el fin de la regulación estatal del precio de los combustibles, un viejo anhelo de las cuatro compañías que controlan el 90% del mercado de naftas y gasoil del país.
Una línea cada vez más nítida divide a los ganadores de los perdedores dentro del empresariado. Favorecidos por el brusco aumento del precio del gas en boca de pozo, los cuantiosos subsidios para incentivar las nuevas perforaciones en Vaca Muerta y el tarifazo para industrias y hogares, los popes locales del negocio energético y las grandes multis del sector empezaron a cerrar esta semana un año muy fructífero para sus balances en la Argentina Oil & Gas, la exposición donde Aranguren compartió escenario con magnates como Marcelo Mindlin (Pampa Energía) y Alejandro Bulgheroni (PAE-Axion). En el subsuelo del Hilton, convocados por la Fundación ProTejer, se apiñaban en cambio los industriales que vieron contraer su producción global de 500 mil toneladas en 2015 a 400 mil toneladas este año. Y que despidieron desde entonces unos 25 mil empleados de los más de 200 mil que contaban en sus plantillas, sin contar a los informales.
Pese a que este año se perforarán más de cien nuevos pozos hacia Vaca Muerta y que con Techint a la cabeza hay inversiones en marcha en Neuquén por unos u$s 2.500 millones, el sector petrolero tiene algo en común con el textil: no atraviesa ningún boom de producción. La extracción de crudo cayó un 8% en la primera mitad del año, según datos del Ministerio de Energía, y se encamina a cerrar el año en niveles parecidos a los de 2016, el peor en 25 años. Si bien la inyección de gas en los ductos mejoró frente al piso que dejó el kirchnerismo, lo hizo a caballo de los subsidios estatales y, aún así, su recuperación se desaceleró en 2017. Según el Ministerio de Trabajo, el sector destruyó 4.500 empleos en el último año.
Catarsis
Los textiles, que el año pasado habían aplaudido a Juan José Gómez Centurión para agradecerle por el énfasis que puso la Aduana en combatir el contrabando, se entregaron esta vez a una catarsis por su situación más estructural. «No es gratuito lastimar a un sector con potencialidad para ganar mercados en el mundo», soltó el presidente de ProTejer, Jorge Sorabilla. «El sector textil ocupa un lugar horrible en el Plan Productivo Nacional», agregó Ariel Schale, su economista jefe. «Estamos entre los rubros sensibles a reconvertir. Si vamos a tener que dedicarnos a hacer cerveza artesanal, va a estar complicado seguir acompañando a esta gente», ironizó.
Amable y siempre sonriente como todo vendedor de seguros, Francisco Cabrera saludó afectuosamente al dueño de la hilandera TN Platex, Teddy Karagozian, cuando ambos se encontraron dos días después en la gala de la Fundación Margarita Barrientos. El empresario evitó reprocharle al ministro de la Producción su faltazo al encuentro del lunes. Además de él y el Presidente, estaban invitados el ministro de Trabajo y todos los secretarios de Estado de ambas áreas. Solo respondió Ceremonial de Casa Rosada con las excusas y los saludos del caso en nombre de Macri. Si algo cambió, con certeza, fueron los modales.
Los petroleros, por su parte, pulsean con Aranguren por más fondos estatales para apuntalar sus perforaciones. El Gobierno todavía no definió el futuro del Plan Gas, que contempla el pago de u$s 7,50 por millón de BTU de gas «nuevo» (a los productores que incrementen su oferta del hidrocarburo tanto convencional como no convencional). Tampoco los subsidios al gas no convencional «viejo». Para sostener ambos, Nicolás Dujovne debería habilitarle a Aranguren unos 1.600 millones de dólares durante 2018. Una cifra poco digerible mientras se ajustan otros rubros del gasto y mientras la City empieza a impacientarse por el déficit fiscal.
«Si hay precio, invertiremos más. Si no hay precio, invertiremos menos». Así, con la lógica implacable de la planilla de cálculo, un poderosísimo petrolero resumió ante BAE Negocios el estado de esas conversaciones cuando Aranguren acababa de pasar a su lado en la exposición. Negocios son negocios.
Mafias buenas y malas
Nicky Caputo, el hermano del alma del Presidente, es uno de los hombres más diversificados del establishment. Pero eligió para sus últimas apuestas el rubro de la energía. Y está obteniendo resultados asombrosos. El lunes ganó dos de las tres licitaciones cuyos resultados anunció Energía para expandir su capacidad generadora en 406 megawatts, lo cual le permitirá a Central Puerto (la compañía que maneja junto a Guillermo Reca) acceder durante los próximos 15 años a contratos con precios privilegiados, con precios muy por encima de los regionales. Es un negocio al que tal vez decida destinar los 27 millones de dólares que logró blanquear gracias a su excompañero del Cardenal Newman, según la investigación nunca desmentida que publicó un mes atrás Horacio Verbitsky.
Macri luce obsesionado con bajar los costos laborales para que inversiones como la de su amigo Nicky empiecen a generar más empleo. Y para lograrlo, si es preciso, atacará a los gremios con munición gruesa. Para sus dirigentes no imagina otro destino que la prisión. Hombres como el «Pata» Medina o el «Caballo» Suárez no hicieron más que acumular argumentos para esa razzia durante años y años de sindicalismo empresarial y negociados. De hecho, después de la detención del líder de la UOCRA platense, el propio Presidente avisó a un centenar de empresarios en la quinta de Olivos que no era casual y que formaba parte del cambio.
¿Llegará la espada flamígera del oficialismo a purificar la Unión de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE), el gremio del extinto Gerónimo «Momo» Venegas, cuya hija acaba de denunciar a viva voz que «los testaferros» de su padre le quieren robar la herencia? ¿Por qué no hay gremialistas de las 62 Organizaciones Peronistas entre los candidatos a ser encerrados que los editorialistas favoritos de la Casa Rosada mencionan acríticamente en sus notas? ¿Quiénes son los 582 mafiosos «que se creen dueños del país», como especificó puntillosamente el Presidente en una reunión (poco) reservada con periodistas esta semana, que luego publicó La Nación? ¿Habrá en esa lista siderúrgicos complicados en los casos de coimas al gobierno brasileño? ¿Banqueros lavadores con ficha en Panamá Papers? ¿Estarán todos los dueños de medios de comunicación críticos de la gestión Cambiemos? ¿Y los que amasaron millones al calor del kirchnerismo hasta el 10 de diciembre de 2015 y hoy se dedican a vender servicios de seguridad privada en los lobbies del Palacio Duhau y del Park Hyatt?
Preguntas que cada vez va a costar más hacerse en público frente a la hegemonía que empezará a ejercer Macri tras unas elecciones de las que ya casi nadie duda que saldrá airoso. Preguntas que ya no se hacen siquiera los propios intendentes peronistas del Conurbano, que parecen haberse cansado de pegar afiches con la cara de Cristina Kirchner y que optan por pensar en el día después de una derrota que ya casi dan por descontada.